Del asado de puerco al arte contemporáneo.
Originalmente esta sería una tarde para ir a comer a uno de los restaurantes del centro de Santiago, Nuevo León. Tras degustar algunos platillos típicos norestenses en el restaurante “La Casa de la Abuela” decidimos bajar la comida con un recorrido por los museos disponibles en el área: El museo de historia, la Casa de la Cultura, y finalmente, el museo de Arte Contemporáneo.
Si bien fue agradable recorrer los patios de la Casa de la Cultura y apreciar la réplicas del Sabinosaurio, así como conocer un poco de la historia santiaguense, la parte más especial del recorrido fue en el Museo de Arte Contemporáneo.
La exhibición principal, “El Cuerpo de la Memoria”, de la artista regiomontana Adela I. González, tiene un título que, al conocer la obra, se explica solo: la artista deja plasmado su cuerpo y su experiencia personal a través de la creación de fotografías y moldes hechos a partir de materiales “desechables” como papel, hilo y pegamento. Con una estética que nos recordó al estilo grunge de los 90s, encontramos haikus escritos en lodo sobre las paredes de la galería, fotografías que mezclan lo abstracto y lo expresionista, y moldes con partes “humanas” nacidos directamente del cuerpo de la artista.
Sopresa en la galería
Existen muchas formas de evaluar o analizar una obra o serie de obras de arte, pero una que quizá es universal, es la de recurrir a las emociones despertadas por las piezas: ¿Cómo se siente uno tras percibir estas creaciones? El concepto detrás de la exposición es directo y entendible; rescatar materiales “desechables” y momentos cotidianos para llevarlos a un plano de expresión personal. Lo que varía es la reacción; como asistente fue agradable encontrar una exposición que si bien representa el concepto que propone, llega a tener la capacidad de despertar emociones y sentimientos en uno como espectador. Como coincidencia, al terminar el recorrido por la exposición tuvimos el gusto de conocer a la artista, quien lejos de ser distante o inaccesible, no tuvo ningún problema en explicarnos el sentido de su obra; esto le dio una dimensión mayor a la experiencia.
En una conversacion totalmente casual Adela nos explicó que para ella el arte es algo que sucede en aquello que nos incomoda, que nos avergüenza; muchas veces eso es el cuerpo mismo, y nos remite al tipo de cultura en la que vivimos, que por años ha fomentado un pudor vergonzoso sobre nuestro aspecto físico, y en particular a la mujer. Inmediatamente noté una influencia Junguiana que la artista desconoció; la sombra. El arte, como nos lo explica Adela, se parece mucho al concepto de Jung sobre la sombra inconsciente que todos cargamos. Ese lado “oscuro”, o quizá, ese lado “incómodo”, que tememos mostrar a otros y que incluso tememos abordar nosotros mismos en nuestra propia intimidad. Lo que hace “El Cuerpo de la Memoria” algunos autores lo llamarían “shadow-work”; el enfrentamiento, aceptación y la cercanía con ese lado propio que otros podrían juzgar – aquí nos remitimos a una pared llena de frases de “¿Qué dirán?” escritas con lodo en la pared – y finalmente la creación que nace de dicho enfrentamiento.
Fue un gusto conocer esta exposición y tener la fortuna de conocer también a la artista y escuchar su idea de lo que es el arte, y ver la integridad con la que complementa su concepto con su ejecución.
“El Cuerpo de la Memoria” está disponible en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago NL.
Fotografías por: Carolina Villarreal
Reportaje por: Pepo
Exposición por: Adela I. González.