Diversidad en el Parque Fundidora
Este sábado 1ro de octubre visitamos el Parque Fundidora y tuvimos la oportunidad de disfrutar de una oferta cultural diversa. Afuera de la cineteca recorrimos una exposición de 50 pinturas del Museo del Prado – no se emocionen, no son las obras reales sino impresiones en escala natural – y pudimos apreciar la obra de grandes maestros como Caravaggio, el Bosco, el Greco, Goya, Velazquez, y más. La serie de pinturas, en su mayoría cercanas o contemporáneas al período renacentista, nos hace recordar lo que por muchos años venía a la mente cuando se escuchaba la palabra “arte.” Se pueden pasar horas disfrutando el Jardín de las Delicias o deleitándose en el tenebrismo de Caravaggio, aún si sólo son impresiones y no las obras reales, es un esfuerzo muy agradable y apreciable, y puede ser para muchos un acercamiento a este tipo de arte.
Lo mexicano y el contraste del arte clásico y contemporáneo
A unos metros de la exposición de las obras del Museo del Prado se encuentran dos exposiciones; una del colectivo de fotógrafas norestenses, en la galería de la cineteca,y otra llamada “Alegorías del mal gobierno”, en los pasillos de la pinacoteca.
Fue inevitable sentir el contraste artístico entre las obras de los grandes maestros renacentistas y las piezas de las fotógrafas norestenses, el choque esencial entre lo que unos consideran arte y lo que otros consideran irrelevante, entre las exigencias estéticas inseparables del arte clásico y las libertades conceptuales otorgadas por la noción del arte moderno. Es un evento interesante pasar de apreciar la complejidad simbólica, el virtuosismo y saturación gráfica del Jardín de las Delicias, en un pasillo al aire libre, a una galería climatizada que presenta una serie de fotografías de cabellos en un cepillo o una serie de fotos de camisetas con frases de la cultura pop.
Esto despertó la pregunta: ¿Cuál es el proceso para decidir que una serie de fotos de los cabellos atorados en un cepillo es algo relevante para montar en una galería pública? Nos recuerda a esa premisa de que cualquier cosa si se presenta y se exhibe se vuelve arte – como un plátano pegado a la pared con cinta gris – pero por la cercanía física resulta inevitable comparar obras maestras de la historia de la humanidad con pelos en un cepillo. Parece que unas lograron ser exhibidas como arte por méritos estéticos y técnicos y otras quizá por formar parte de una agenda política, social, o cultural, por conexiones del artista con la galería, o lo que sea que justifique la exposición, que sería entendible a nivel conceptual pero casi imposible de reconciliar a nivel estético.
Tras observar la obra de las fotógrafas norestenses y contar pelos en un cepillo como esos que encontramos en el baño de nuestras casas, visitamos la pinacoteca y disfrutamos varias obras originales de Orozco y otros artistas nacionales e internacionales en la exposición “Alegorías del mal gobierno.” . Aquí recordamos un componente esencial del arte mexicano que no ha cambiado en cien años; la crítica social, la denuncia, la revelación de sufrimientos sociales, la perspectiva emocional de quienes viven las revoluciones y movimientos políticos. Algo visceral y real que desata sentimientos directamente. Al disfrutar las obras de Orozco y contemporáneos no nos quedó duda de “por qué esto merece ser presentado en una galería.”
El arte como algo que desata sensaciones
Tras experimentar el shock y el contraste de las obras presentadas en la Cineteca, Pinacoteca, y en los pasillos exteriores con la exhibición del Museo del Prado, acudimos a la Nave Generadores a conocer la obra de Chantal Peñaloza. Esta fue peor que los cabellos en el cepillo; una exposición sobre lo liminal que ciertamente fue muy liminal, pasó totalmente desapercibida y no despertó sensación alguna más que hastío y desprecio. De nuevo surgió la pregunta ¿Por qué está esto en una galería? ¿Cómo un curador decide que esta obra incompleta e insípida es algo para que la gente disfrute y sea expuesta en un parque público? ¿Acaso creen que este tipo de proyectos acercan a la gente al arte? Frases huecas escritas en la pared sin ningún atributo estético rescatable, relojes de distintas ciudades. ¿Y qué?
Fotos de nubes de distintas ciudades ¿Pero con qué se relacionan? Y la moda de usar monitores CRT para presentar pequeños loops o incluso nada en específico. La obra de Peñaloza sobre lo liminal es liminal, es algo para pasar de lado y no detenerse, es ambigua pero no interesante, y nos hace recordar por qué mucha gente no aprecia o incluso tiene una preconcepción negativa del arte contemporáneo. Este tipo de exposiciones a-la-Ernesto Walker vuelcan su significado sobre la explotación de un concepto de moda pero dejan cero sensaciones al espectador, donde el artista no se abre ni comparte un solo sentimiento y sólo juega – y no de forma entretenida – con una idea trillada y algunos recursos limitados para justificarla y dejarla habitar en el mundo de “lo conceptual”.
La comida de la región; no hay cultura sin comida
Después de tanta exposición nos dio hambre y decidimos visitar una cantina cercana al parque fundidora. “Constancia“, ubicada en la esquina de Doblado con Tapia, es un buen representante de la comida regional. No es un lugar familiar ni uno de esos restaurantes donde la gente se pide matrimonio, pero es ciertamente un entrañable y representativo de nuestra región desde sus paredes de sillar y sus mesas de Carta Blanca, hasta el fútbol en la tele, cervezas y asado de puerco, cortadillo, guacamole, queso, arroz y frijoles en la mesa. Uno de esos lugares que valen la pena visitar por la comida sin esperar un espectáculo de tendencias o una necesidad de apantallar a los asistentes. Quien va ahí sabe lo que espera. El servicio es eficiente, los precios justos y la comida muy rica, además de totalmente regional. Un lugar al que nos gustaría volver a ir y que consideramos más representativo de nuestra cultura que los restaurantes costosos ubicados en plazas de moda que sirven comida rápida calentada en microondas y se enfocan más en la calidad de sus instalaciones que de sus alimentos.
Conclusiones de la jornada
Se acusa a Monterrey de carecer de cultura pero hoy disfrutamos de forma gratuita cuatro exhibiciones artísticas en un espacio público bien cuidado y agradable, y después de eso y a una distancia relativamente cercana pudimos degustar comida regional muy rica en un lugar también totalmente representativo de la gastronomía tradicional de nuestra ciudad y sus pueblos aledaños. ¿Somos más que carne asada, Tigres/Rayados y cerveza? Claro que sí, casi todos los días, y en especial los fines de semana, tenemos montones de eventos culturales – gran parte de ellos gratuitos – incluso concentrados en un mismo lugar, con diversidad de estilos, expositores y propuestas, y opciones gastronómicas para gente sencilla, para gente que quiere gastar un poco más, y para quienes buscan sólo un tentempié.