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Contexto

La Feria del Libro en Monterrey está por concluir y ha dejado un gran sabor de boca en esta edición 2022. Además de la venta de libros, la abundancia de pláticas, presentaciones de textos, proyectos, actividades para todas las edades, se contó con Coahuila como invitado, presentando parte de su acervo cultural; gastronomía, textil, grabado, y más.

Experiencia a través de los años

Tengo más de treinta años de haber asistido por primera vez a la FIL. En mi infancia me atraían los libros de dinosaurios, rompecabezas, y objetos novedosos. En mi adolescencia me llamaba esa búsqueda de los filósofos rebeldes como Nietzsche o Camus y tuve mis primeras aproximaciones a las obras maestras de Jorge Luis Borges. Como adulto y profesional me atraen llos libros de diseño, arte, arquitectura, teoría del color, diseño gráfico y más – para bien o mal, casi siempre presentadas por editorial Gustavo Gili.

A pesar de mis gustos personales siempre he asociado la Feria del Libro con la definición que su nombre indica: es una festividad, una celebración, y contempla la inclusión de todas las edades y “tribus” que encontramos en el área metropolitana de Monterrey. Si bien es difícil que nuestra FIL esté a la altura de la de Guadalajara, hay mucho por disfrutar y aprender.

Edición 2022; un reseteo cultural.

Es imposible darse cuenta que la cantidad de libros y editoriales ha disminuido a lo largo de los años. Los pasillos de Alianza Editorial, las ediciones especiales de Anagrama o Gredos ya no solo carecen de su propia sección o pasillo, sino que son difíciles de encontrar. Se puede acudir a la isla de Librería Gandhi pero eso rompe un poco el propósito de ir a una feria (ya que cuando quiera puedo ir a la Librería Gandhi en Hidalgo y hay muchas más opciones).

Así mismo, además de libros encontramos muchas más opciones de oferta cultural; el monumento más grande de la feria era un T-Rex que adornaba la sección dedicada al estado de Coahuila, donde por primera vez probé el Sotol, y pude ver a un artesano producir grabados “en vivo” frente al tráfico de los asistentes.

La FIL: portavoz del contexto cultural


Así como ha disminuido la oferta de algunas editoriales y textos, ha crecido la de otro tipo de literatura: A primera instancia parece que al menos la mitad de los textos corresponden a esa sección difusa en la que cae una mezcla de libros auto-ayuda, psicología contemporánea, sincretismos y escatologías de filosofías y religiones orientales. Esto es fácil de criticar como decir que los bestsellers no son buena literatura, pero más allá de eso, la abundancia de esta oferta refleja la situación existencial que se presenta en la actualidad. Para muchos, al leer un libro, quizá más que buscar una novela, un cuento o algo de filosofía, busca palabras que le ayuden a encontrar paz y confort, o que le den un poco de sentido al clima de crisis que se vive globalmente. Si bien el género de la autoayuda es despreciado en los círculos literarios, es evidente que hay una necesidad generalizada de atención psicológica y de búsqueda de mejorar la situación personal, si esto se podía hacer con clásicos de Dickens, no hay nada de malo en lograrlo con libros de Eckart Tolle. Si estamos viviendo una nueva ola del New Age, es quizá porque nuestras instituciones religiosas y civiles nos han dejado a merced del clima actual y por inercia buscamos alguna solución en otro lado.

Los libros no han muerto

Ante la ausencia de algunas grandes editoriales, se puede disfrutar de la presencia de múltiples editoriales independientes locales y nacionales como Vaso Roto, An.Alfabeta, librería El Barco, por mencionar algunas. Lo que me pareció más relevante y gratificante fue ver una gran proporción de gente jóven. Desde las clásicas visitas escolares hasta grupos de adolescentes, quienes no fueron excluidos y tuvieron la oportunidad de encontrar una gran variedad de opciones de comics, manga, ilustración, y artículos coleccionables. Esto me hace pensar que la Feria del Libro, como celebración anual, regional, y colectiva, no tiene el propósito de satisfacer esnobismos o siquiera de presentar libros incunables y ediciones costosas, aunque también las hay y esta audiencia aún puede encontrar eso; más bien el corazón de sus cimientos yace en la capacidad de atraer a muchas personas, de todas las tribus, en especial a niños y jóvenes. Si bien el tipo de libros y actividades que se presenta cambia, esa función de fomentar la lectura desde la infancia es algo sumamente valioso. Mi única queja es que sólo se presente una vez al año, y no dos o tres. Como “plus” me dio mucho gusto que separaron la sección de alimentos, por lo que el área de libros se mantuvo limpia y libre de olores a pesar del gran influjo de asistentes.