La Cultura: ¿Todo lo que hay que saber?

INTRODUCCIÓN.

En 1999, Dietrich Schwanitz, un escritor y catedrático alemán, famoso por su crítica hacia el sistema educativo de su país, publicó «Bildung» o en español «La Cultura; Todo lo que hay que saber», un texto que respondía a su experiencia como docente en la que según su perspectiva, sus alumnos universitarios no tenían una base común de conocimiento.

Esto último era alarmante; ¿cómo podría ser que estudiantes universitarios, privilegiados, en un país desarrollado, y en uno de los más altos grado de estudios, carecieran de referencias básicas sobre literatura, arte, y cultura nacional e internacional?

En parte por esa experiencia como docente, decidió hacer una especie de compendio sobre conocimiento general, un libro que pretendía educar sobre información que, desde su perspectiva, debería formar parte de la base común del conocimiento en jóvenes y adultos.

Su libro estaba lleno de referencias sobre historia, literatura, algo de antropología, mitos clásicos, música, y más. A pesar de las críticas que recibió por su tendencia eurocéntrica, el libro tuvo un gran recibimiento y no tardó en convertirse en bestseller. Si escribiéramos este libro en México, ¿qué debería incluir?

DE VUELTA A MÉXICO

Tras mi experiencia como docente por seis años, trabajando con estudiantes desde kinder hasta universidad en instituciones privadas, puedo identificarme con la problemática de Schwanitz. Es difícil utilizar referencias clásicas con estudiantes que desconocen las obras más famosas de Shakespeare o que no saben que existe Pedro Páramo y su concepción del cine gira en torno a los super héroes y empresas pertenecientes a Disney. También es difícil esperar que se entiendan estas referencias cuando su educación desde preescolar las ha ignorado y reemplazado con otras.

A diferencia de Schwanitz, para mí es difícil decir con certeza o si quiera tratar de explicar a otros lo que creo que es la cultura, o lo que creo que deberíamos de tener como conocimiento básico, como mexicanos y más aún como norestenses. Será imposible no pecar de subjetividad y seguramente de limitaciones correspondientes a mi educación y contexto, pero aún así lo intentaré:

ANTECEDENTES: ALGUNAS COSAS QUE DEBERÍAMOS SABER SOBRE LA CULTURA MEXICANA.

México es una nación joven, cuya unificación e independencia tiene apróximadamente 200 años y en comparación con otras naciones, sabemos relativamente poco de las culturas que antecedieron la conquista española. Digo relativamente poco, porque a pesar de haber libros y museos sobre los diferentes grupos indígenas que habitaron aquí previo a la conquista, muchos de sus textos, lenguajes, prácticas artísticas y religiones quedaron totalmente en el olvido, reducidas a vasijas en museos, a la vez que muchos mitos, preconcepciones y herencias racistas de la conquista prevalecen aún en nuestra sociedad.

¿Qué nos queda para conocer la historia de nuestra cultura, para saber de dónde venimos los mexicanos? Nos queda partir de lo que conocemos con certeza; la cultura mexicana proviene de una invasión española en la que se nos impuso un lenguaje y una religión, se destruyeron a las poblaciones, lenguajes, costumbres y religiones que ya había, y se heredó a partir del mestizaje un sistema de castas con el que aún cargamos de manera implícita y en muchos casos explícita.

Nuestro mayor orgullo, la gastronomía, es también una mezcla de ingredientes indígenas y europeos, así como técnicas culinarias de ambos bandos.

La piedra angular que para bien o mal aún dicta parte de la base moral de la sociedad es una religión también impuesta por los españoles, mezclada e integrada con creencias prehispánicas (el día de muertos puede ser un ejemplo).

Nuestra historia básica – que ya no se enseña por obligación en la SEP – que pasa por la Conquista, Cortéz, La Malinche, Hidalgo, Iturbide, Juárez, Díaz, los gobiernos y aquellos a su cargo, Tlatelolco, el aumento en la violencia en las últimas décadas, está llena de tintes y acentos y contrastes que hablan de que somos un pueblo devoto y religioso pero lleno de sufrimiento, sediento de justicia pero padeciente de corrupción, impunidad, violencia y actualmente, una crisis cultural que no se había vivido en muchos años. Nuestros jóvenes poco a poco caen en el nihilismo, la religión ya no se impone como guía moral pero tampoco hay una base ideológica para reemplazarla. Ya no se cree en nada, a la vez que las condiciones de vida – malos salarios, explotación, desempleo, falta de oportunidades, embarazos adolescentes – empeoran.

¿HAY UNA CULTURA DEL MÉXICO ACTUAL?

No existe una definición estática de «cultura». No es un párrafo del diccionario. Puede ser un renglón o muchos libros. Cultura puede referirse a las costumbres, tradiciones y hábitos que se viven día a día en una sociedad. En un país grande y diverso como pocos, podríamos hablar de diversos «Méxicos», y por lo mismo, de diferentes expresiones regionales de la cultura mexicana. Basta con viajar de costa a costa, de sur a norte, para encontrar que hay tanto en común entre los Méxicos actuales, como contrastes y diferencias.

¿Qué nos une como mexicanos, si es que acaso podemos decir que algo nos une? ¿Nuestra historia? ¿Nuestra religión? ¿Nuestros artistas? ¿El fútbol? ¿El tequila? ¿Las fiestas decembrinas y las posadas? ¿Celebrar el día de muertos y comer pan de muerto? ¿Tenemos alguna referencia constante, básica, de arte visual, cinematografía, poesía, literatura, arquitectura, y demás artes? ¿Alguna que llegue no sólo a una élite educada sino a todo el pueblo mexicano hasta sus márgenes y habitantes más olvidados?

¿Lanzar muñecos de Doctor Simi en conciertos es parte de nuestra cultura?

Realmente es difícil delimitar lo que se puede entender como «cultura mexicana», aunque sí tenemos una base de la que podemos partir. Empecemos con nuestro máximo orgullo; la gastronomía.

¿SOMOS LO QUE COMEMOS?

Con gran certeza podemos decir que la comida es una piedra angular de nuestra identidad . La base de nuestra gastronomía, proveniente de usar el maíz y algún tipo de vegetal o proteína lo encontramos en todas las regiones de México. Desde un puesto callejero hasta un restaurante gourmet con estrellas Michelin podemos encontrar platillos básicos que integran estos ingredientes de base prehispánica e hispánica: tacos, enchiladas, esquites, sopes, tlayudas, memelas, flautas, mole, pozole, menudo, atole, variedades de pan, pulque, tequila, agua de horchata (de influencia asiática) o agua de jamaica y tamarindo (de influencia africana).

La comida es sin lugar a dudas una expresión que forma parte de nuestra identidad, de nuestra vida diaria, y de las maravillas que encuentran los extranjeros cuando visitan nuestro país, es patrimonio nacional y también de la humanidad. Y como todo, tiene su lado brillante y su lado oscuro.

¿Qué podemos decir de la Coca-Cola? ¿Y la canasta básica del osito Bimbo? Somos uno de los países líderes en obesidad y diabetes a nivel mundial. La Coca-Cola, que no forma parte de nuestra herencia indígena ni española, llegó casi como una invasión post colonial corporativa a asentarse en nuestro país y causar estragos en la salud de nuestra población; y aún así es imposible negar que es parte de la canasta básica de muchos hogares en México, y mucho menos que nuestros gobiernos y empresas le han dado todas las concesiones para aferrarse como un cáncer a nuestra cultura. Las frituras de Sabritas así como los panecillos cargados de azúcares refinadas y grasas trans también se han vuelto un componente alimenticio que no falta en ningún súper y tiendita. En México uno de cada 3 niños padece de obesidad. Podemos decir que la obesidad, diabetes e hipertensión son también parte de nuestra cultura, podemos decir que un sistema de salud colapsante que gasta más de la mitad de su presupuesto en estas enfermedades y sus derivados es también otro componente cultural que parte de nuestras costumbres alimenticias, originalmente excepcionales, y actualmente preocupantes.

¿Y ADEMÁS DE LA COMIDA, EL RESTO DE LA CULTURA?

En el ocio podemos encontrar parte de nuestra cultura: Ocio originalmente se refiere a las actividades que realizamos cuando no estamos trabajando, y que idealmente ayudan a nuestra expresión y enriquecimiento intelectual, moral, y cultural. A nuestra recreación. Actualmente se entiende más bien como actividades que no necesariamente influyen en ninguno de los aspectos mencionados, y que tiene una connotación peyorativa; nadie quiere que le digan «el ocioso.»

¿Qué hace un mexicano promedio en su tiempo libre? Y aquí empiezan los «Méxicos», según el nivel socioeconómico, las actividades recreativas pueden variar enormemente. En el noreste mexicano nos hemos convertido en un estereotipo del que se dice, no va más allá de asar carne, ver el fútbol y tomar cerveza. Ninguna de estas tres actividades fortalece nuestro intelecto o nos lleva a ser mejores personas o descubrir talentos o fortalecer aptitudes, es más, quizá empeora nuestra condición emocional e intelectual porque el poco tiempo libre que tenemos se va en ello. Nuestro ocio es pasar el tiempo consumiendo carne, alcohol y fútbol; lo hacemos tanto que ya es un patrón conductivo y se ha convertido en parte de «la identidad» de muchas familias norestenses.

Salvo la Cineteca de Nuevo León (que casi siempre está sola y atrae relativamente poco público), las carteleras de nuestros cines por lo general ofrecen dos variedades de películas; algo de Disney (Marvel, Star Wars, etc) o alguna aventura de Liam Neeson y similares. Es difícil encontrar películas mexicanas en las salas de cine regiomontanas. En términos de la cultura y la comunidad, estamos llenos de colonias bardeadas y cada vez hay menos espacios para actividades comunitarias y espacios recreativos gratuitos para que los jóvenes practiquen deportes y hagan ejercicio al aire libre y se fomente una integración social en un contexto saludable.

Tocar instrumentos, practicar pintura o artes visuales, son actividades que, culturalmente, se ven como pasatiempos pero al pasar la preparatoria se deben «olvidar» porque no son un «trabajo serio», como sí lo es ser un ingeniero o si acaso un licenciado – que también tiene una connotación peyorativa en nuestra región norestense. Parece que nuestra obsesión con los trabajos altamente redituables, asar carne, ver fútbol y tomar tecate light – actividades que no tienen nada de malo por sí mismas – dañan nuestra capacidad de tener una cultura y desarrollar una identidad que involucre mucho más que estas conductas báscas.

MACHISMO Y REPRESIÓN DE LA CREATIVIDAD

En una cultura machista como la de Nuevo León, aún hay una asociación negativa entre el arte o actividades creativas como forma de vida o subsistencia. «Eso no es de hombres, es para drogadictos, es para perder el tiempo, no aporta nada a la sociedad, es para flojos, no es un trabajo real.» Estos son topes con los que se enfrenta cualquier individuo que quiere dedicar su vida a estas actividades y que también se relacionan con la falta de la presencia de éstas en nuestra sociedad. Hay montones de incentivos públicos, privados y gubernamentales para estas actividades (dada su escacez en relación con otras), pero pocos jóvenes se aventuran a una vida dedicada a la creatividad en sus distintas expresiones porque hay todo un bagaje cultural que sigue permeando aún en las nuevas generaciones.

Basta comparar la asistencia a un partido de fútbol – si sumamos a Tigres y Rayados pueden ser 150mil personas en un fin de semana, más los que lo ven por la tele – con la asistencia general a exposiciones y eventos culturales. Con honrosas excepciones como alguna exposición de Frida o Pixar en Marco que son igualmente cuestionables.

La definición de «evento cultural» también es sumamente relativa. Un festival corporativo con bandas extranjeras, patrocinado por alguna marca de cerveza y foodtrucks cuenta como un evento cultural, aunque probablemente ninguno de los asistentes se beneficie en un sentido intelectual o emocional y en la mayoría de los casos su costo limita sus asistentes a una clase privilegiada. Lanzar peluches del Dr. Simi a artistas es una actividad cultural que nos da identidad a manera de meme o humor pero tampoco eleva o enaltece de alguna forma nuestra cultura como país o región.

ENTONCES, ¿QUÉ ES LA CULTURA?

A rajatabla, cultura es nuestra herencia histórica, es también, nuestra expresión individual, colectiva, y nuestra conducta histórica así como en el presente. Son nuestros habitos como sociedad. Si tenemos limpias nuestras calles o las contaminamos indiscriminadamente. Si nuestros gobiernos se concentran en militarizar las calles o contratar policías o si se concentran en mejorar la calidad de vida de los más vulnerables. Si practicamos la exclusión o la inclusión. Son cosas irrelevantes como nuestra vestimenta y relevantes como nuestra participación ciudadana. Es cultura si tenemos parques y espacios recreativos abiertos a todo público o si nos dedicamos a levantar bardas y límites entre zonas de desigualdad. Son los alimentos que comemos diariamente y los productos que compramos y consumimos. Son las actividades que hace la mayoría de la gente en un fin de semana. Es el señor de los tacos o el estadio de fútbol pero también esa exposición fotográfica a la que va poca gente.

Cultura es todo lo que forma parte de la identidad de un grupo de personas (que puede ser una comunidad local, una región o un país completo). Cultura es también todo lo que sistemáticamente reprimimos o censuramos. Cultura son los patrones de conducta de nuestros habitantes y nuestros gobernantes. En función de ésto último, podemos decir que los mexicanos tenemos una cultura rica en diversidad racial, en gastronomía, en expresiones artísticas, pero también en corrupción, mala alimentación, violencia, clasismo y discriminación, un idioma maravilloso como el español, empobrecido por la falta de lectura y lleno de maldiciones y expresiones que antes se percibirían como vulgares y hoy son el dialécto común del día a día.

¿De quién es responsabilidad mejorar nuestra cultura? Realmente, de todos. Cualquier cosa que queramos que forme parte de nuestra cultura, debemos repetirla, reforzarla y compartirla. Si el fútbol es nuestra identidad es porque eso es lo que nos gusta repetir y compartir, pero bien lo podemos hacer con otro tipo de entretenimiento. La gastronomía mexicana es incomparable y lo sería más aún si quitáramos la Coca Cola de la mesa. La sociedad mexicana está llena de gente bien intencionada y nos vendría bien una mayor capacidad de denuncia y busca de la justicia que no se limite sólo a activistas o víctimas de crímenes. Tenemos intelectuales, artistas y gente muy valiosa que se va del país a buscar mejores oportunidades; como sociedad trabajemos para que en lugar de querer huir de aquí, estas personas deseen quedarse a mejorar lo que tenemos.