Jorge Campos y la Inteligencia Artificial

CONTEXTO

Jorge Campos «El Brody» fue un futbolista mexicano famoso a nivel internacional. Más allá de su calidad futbolística, su personalidad, sus trajes psicodélicos y su estilo «costeño» lo volvió un personaje memorable, que incluso aparecía en las campañas publicitarias de Nike junto a grandes como Ronaldo o Henry. Posterior a su retiro de las canchas, ha participado como comentarista de TV Azteca. Tras más de una década en ese rol, deja su puesto y ahora es reemplazado por una Inteligencia Artificial que usa su voz para comentar, intentando emular su particular estilo.

EL MEOLLO DEL ASUNTO

Actores como Bruce Willis han cedido sus derechos de imagen a ciertos proyectos (anuncios, películas, etc). La forma en que esto funciona es que a partir de la imagen y voz digitalizada del artista, se pueden producir vídeos o audios que simulan la presencia de la persona. Esto es reciente, pero no tan nuevo.

Ya se han creado canciones «artificiales» utilizando la voz de artistas como Drake y similares.

Volviendo al Brody. Campos siempre se destacó por su estilo seco y absurdo, y aunque parezca conradictorio, por su falta de comentarios y participación durante los partidos. A todas luces, se podría decir que era un comentarista «mediocre», del tipo que podría decir «es falta porque la marcó el árbitro.» De manera irónica, ese estilo fue lo que lo caracterizó como un comediante que acompañaba las transmisiones del fútbol mexicano a nivel de clubes y selección.

Recientemente, en plena transmisión de un partido de México vs Costa Rica, Campos fue reemplazado por una inteligencia artificial, dedicada a hacer, con su voz, el mismo tipo de intervenciones irreverentes e irrelevantes que caracterizaban al «Brody.»

UN COMENTARISTA ARTIFICIAL

Cuando vi «Campos Artificial» pensé que era una burla. Pensé que era una alusión al estilo genérico de Campos, un chiste entre comentaristas como diciendo «aportas tan poco que hasta un robot puede hacer tu trabajo.» Los comentarios de Campos Artificial eran indistinguibles de los del Campos «real» por lo que no me quedó claro si se trataba de un chiste, un experimento, o ambos.

Después del partido me enteré de que, en efecto, «Campos Artificial» usaba la voz de Campos «real» y emulaba su estilo casi a la perfección. Mientras sus compañeros comentaristas Zague y Martinoli hacían bromas al respecto, Luis García se mostraba molesto, afectado.

¿Y LOS SIMPLES MORTALES?

En el caso de Jorge Campos como comentarista, se puede hablar de un personaje mediocre, que hacía su trabajo sin cumplir con el mínimo esfuerzo, dispuesto a aprovechar su fama para auto-ridiculizarse en la tele nacional a cambio de un sueldo.

Podríamos equipararlo al «obrero intrascendente» o «trabajador obsoleto» cuyo empleo es amenazado directamnete por la Inteligencia Artificial.

El reemplazo de Campos con una voz artificial nos habla de lo reemplazables que somos, de que podríamos ser reproducidos digitalmente y quizá no muchos noten la diferencia. Nos habla de que un componente que pensábamos único, como nuestra imagen, personalidad y voz, puede ser también reproducido y emulado digitalmente.

En «Yo, Robot» de Isaac Asimov, a un androide con inteligencia artificial se le pregunta si puede crear una obra de arte o una sinfonía, con la implicación de que su intelecto avanzado es incapaz de reproducir la esencia de la creatividad humana. «Campos Artificial», en una pesadilla que ni Asimov imaginó, va más allá de esto y responde «Sí se puede.»

Probablemente Campos, a cambio de alguna suma, cedió sus derechos de voz (quizá de imágen también, no lo sé) y ahora una máquina la que hace su trabajo. En su caso, su solvencia económica compensa la pérdida de su empleo.

Pero, ¿y el resto de nosotros, que no somos ni ricos, ni famosos, y aún estamos a merced de ser reemplazados sin garantías de compensación? Nos acercamos a una época nunca antes vista en la historia de la humanidad, con la esperanza de que las inteligencias artificiales se usen como herramientas para ayudarnos, pero con el miedo de que en el fondo lleguen para reemplazarnos.