Reseña: El hijo del tendero, el alcalde, el pueblo y el resto del mundo

Introducción

Como parte del 41 Foro de la Cineteca Nacional tuvimos el gusto de asistir a la presentación del documental “El hijo del tendero, el alcalde, el pueblo y el resto del mundo.” La trama o más bien, los acontecimientos presentados, giran en torno a un pueblo francés llamado Lussas, cuyas principales actividades son la agricultura y producción de vino. Extrañamente – en relación a este contexto rural – Lussas es también bastión de un proyecto internacional para crear una plataforma de streaming de documentales independientes, algo que por defecto esperaríamos de una urbe más poblada como Paris o Lyon.

El meta comentario

Como en un cuento de Borges o Cortázar, presenciamos un documental acerca de un grupo de personas tratando de crear una plataforma de documentales. El protagonista – si se le puede llamar de esta forma – Jean Marie es un idealista y un líder; su ambición va más allá del lucro, quiere crear una plataforma internacional de documentales independientes porque su interés principal es el de difundir contenido real. Para él, los documentales de la televisión no reflejan la realidad y son más bien informativos, muchas veces dependientes y sirvientes de intereses privados. En lo ulterior, las producciones independientes pueden ser más objetivas y fieles a los eventos que presentan gracias a la libertad creativa de sus directores y productores y esa es la magia que lo mueve para crear su plataforma, llamada “Tënk“.

Jean Marie también menciona algunas diferencias entre documental y película; además de la presentación de una realidad y en contraste con ello, los documentales son en muchos casos proyectos más íntimos y personales, pueden en algunos casos partir de años de que el director y parte de la producción tenga que vivir en un lugar, absorber su cultura, conocer a sus habitantes, filmar de miles de horas y terminar con un producto de una hora.

En el comentario de Jean Marie encontramos la naturaleza propia del documental que protagoniza; “El hijo del tendero, el alcalde, el pueblo y el resto del mundo” fue filmado desde la concepción del proyecto hasta su conjugación y presentación al público. La directora Claire Simon pasó años cerca de los habitantes de Lussas, de su cultura, conoció sus problemas, los acompañó en presentaciones ejecutivas con alcaldes, empresarios, e incluso conoció la vida agrícola de la región y las tribulaciones de los granjeros franceses en la época contemporánea. Es contradictorio que a pesar de este acompañamiento, el producto final es bastante genérico.

Un documental “a secas”

Encontramos algunas inconsistencias en las técnicas de filmación y problemas en la edición y post producción; en ocasiones se presentan movimientos de cámara muy inestables y temblorosos, en otros algo de monotonía, no hay una paleta de color, un estilo de iluminación o algún rasgo particular que se pueda identificar. Qué tanto se puede justificar esta inconsistencia y falta de estilo es relativo; si nos limitamos a que “un documental documenta”, podemos decir que se logra el objetivo, pero si comparamos con, por ejemplo, documentales mexicanos que podemos encontrar en Filmin Latino (por mencionar una plataforma de documentales) aquí podemos ver productos con mayor uso de recursos estilísticos, mayor profunidad en el trato de las problemática que muestran, y que además de “documentar” sí muestran una perspectiva afectiva de las personas presentadas, algo de lo que este documental carece por completo.

Parece que Claire Simon busca ser fiel a lo que menciona Jean Marie; un documental “documenta” (valga la redundancia), no es necesariamente informativo – como normalmente se esperaría – o persuasivo y puede ser una visión neutral de un acontecimiento. Quizá olvida que también es un producto que busca llegar a una audiencia. ¿Puede alguien identificarse, entretenerse, o sentirse atraído por una visión tan plana y neutral de las cosas?

A veces seguimos a un personaje y abruptamente cortamos a otro, pasamos de los pasillos de la alcaldía a las oficinas de Jean Marie y de ahí al campo a conocer los problemas de los agricultores y sus comentarios acerca de la problemática que enfrenta la zona rural pero nunca tocamos nada realmente.

El campo como reflejo de la realidad europea; el tema más interesante y menos abordado.

El documental no trata la problemática de la Europa rural pero ésta queda en evidencia a través de las imágenes que vemos. Es increíble que nunca se aborde directamente; mientras Jean Marie habla del festival del cine del pueblo, sus cuarenta años de tradición, su evolución hacia una plataforma de streaming, y desea “volvernos a ver en cien años” – en relación a la herencia que el pueblo y sus tradiciones dejan a sus nuevas generaciones – podemos notar que a primera vista Lussas es un pueblo a punto de morir. Esto ni siquiera se menciona, pero el pueblo prácticamente no tiene niños, los pocos jóvenes que hay piensan más en marcharse a la ciudad que volverse agricultores, y los habitantes del pueblo no se interesan en los eventos culturales locales a pesar de recibir boletos gratis. La mayoría de la población que conocemos a través de años de filmación pertenece a la tercera edad.

Ese relevo cultural que Jean Marie idealiza no existe y es un punto que el documental nunca toca, algo que parece increíble dada la cantidad de años que se debió acompañar a los habitantes del pueblo durante la filmación.

¿Qué nos deja este documental?

Citando a Jean Marie: “Un documental documenta”, al parecer también lo hace a secas y a duras penas. No hay una conexión emocional con los protagonistas y, sorprendentemente, a pesar de ser un proyecto de años de duración, no encontramos prácticamente ningún diálogo en que los personajes expresen sus ideas o emociones, salvo contadas excepciones. Tampoco se abordan las problemáticas más profundas del pueblo, algo tan increíble que parece a propósito. A nivel técnico, no hay nada especial, se peca de “objetividad y neutralidad”; si bien esto se justifica a nivel de trama, no hay ningún recurso estilístico en las tomas, edición o postproducción que denote algo en particular, incluso la música no tiene relación con lo que vemos en pantalla; a veces escuchamos algo de techno mientras vemos un granjero trabajar las vides, o sonidos de cuerdas similares a los usados en películas de suspenso durante eventos neutrales del filme.

Es difícil imaginar un público para este documental y nos hace pensar que el proyecto es un producto del patrocinio de gobierno (en los créditos podemos ver incentivos del gobierno belga y francés), y quizá también una herramienta de promoción de la plataforma de streaming que documenta. Algo que probablemente iría contra los principios de Jean Marie. De forma parajójica, a pesar de ser un documental sobre una plataforma de documentales, nunca conocemos a ningún director, productor, más bien acompañamos a los desarrolladores del proyecto y presenciamos muchas reuniones de oficina y discusiones burocráticas tediosas; de nuevo, es difícil imaginar una audiencia para esto, al menos desde la perspectiva de un mexicano.

Para concluir, la plataforma documentada, “Tënk” está disponible en línea. Para una plataforma que clama ser “global” y conectar a una audiencia “internacional” ni siquiera tiene opciones para ver en otro idioma que no sea el francés. Cómo este documental tiene algunos premios y nominaciones a su nombre, así como excelentes reseñas, nos extraña y nos sorprende.