LA LEYENDA
La Cueva de Agapito Treviño, oficialmente nombrada “la Cueva de La Boca”, es una cueva impresionante cerca de la ciudad industrial de Monterrey, México. Se dice que nadie ha podido explorar toda la extensión de la cueva y tiene fama de hacer desaparecer los que se atrevan a intentarlo. La entrada más conocida está junto a un río (el Río de La Boca) rodeado por la naturaleza; ahí se puede observar al atardecer el gran espectáculo del éxodo de los miles de murciélagos que viven en la cueva y que al salir forman una nube negra que parece infinita. Pero no son tan sólo los murciélagos que le dan un ambiente espeluznante a esta cueva; también hay la leyenda de Agapito Treviño, el gran ladrón por quien fue nombrada.
Agapito Treviño se consideró como el Robin Hood de Monterrey. Nació en el año de 1829 en la hacienda de los Remates en la Villa de Guadalupe (actualmente Guadalupe, Nuevo León). A la edad de 18 años ya era un ladrón conocido en toda la zona y aterrorizaba a los ricos de Monterrey. En parte, lo que le hizo tan famoso fue su estilo para robar: llegaba montado en un caballo blanco, siempre cargando una armónica. Al asaltar a sus víctimas los obligaba a bailar desnudos mientras él tocaba una melodía, después los dejaba amarrados en el monte. A pesar de su peculiar sentido de humor, nunca mató a nadie. De hecho, llegó a ser querido por mucha gente y se consideraba “bondadoso” ya que no recurría a la violencia cuando robaba. Actualmente Agapito Treviño tiene corridos conocidos por los locales y fue representado por el famoso Pedro Infante en una película titulada “Cuando mueren los valientes”.
Al terminar el día, este ladrón legendario cargaba con bolsas llenas de su motín para repartir una parte con las personas más pobres y el resto lo escondía en la Cueva de La Boca. De ahí viene el nombre de Cueva de Agapito Treviño, así llamado por ser su gigantesca bóveda de dinero.
En el año de 1851 fue cuando se le apresó por primera vez. Se le condenó a 10 años de trabajo forzado en las canteras de la Loma del Obispado, de la cual escapo con todo y grilletes puestos.
Fue capturado una segunda vez en 1853 y de nuevo lo condenaron a otros 10 años de trabajo forzado en la construcción del entonces Palacio Municipal (actualmente el Museo de Historia Metropolitana); nuevamente no lo pudieron contener y se volvió a escapar. La tercera y última vez que lo capturaron fue en 1854. En esta ocasión fue condenado a muerte por 5 importantes oficiales, entre ellos Ignacio Zaragoza. Fue el 24 de Julio en la Plaza del Mercado (hoy Plaza Hidalgo) frente al Palacio Municipal, cuando lo fusilaron a la edad de 25 años. Pero aun en sus últimos momentos se relata que cantó con la venda puesta en los ojos: “Adiós Monterrey, adiós amigos, perdónenme si les hice daño”.
Según la leyenda, la fortuna de Agapito Treviño sigue escondida en la cueva. Algunas creencias locales dicen que el tesoro tiene la maldición de que la persona que lo encuentre y se volverá loco, otras dicen que las personas que lo tengan y lo gasten en ellas mismas morirán. Pero hasta hoy en día no se ha encontrado nada y por lo tanto sigue vivo el gran misterio de la leyenda de la Cueva de Agapito Treviño.
ANÁLISIS
La figura del “ladron bondadoso” existe en múltiples culturas, incluso el concepto de Agapito como el Robin Hood de la región es casi universal y hasta cierto punto, cómico. Símbolos como el caballo blanco se han usado para transmitir la idea de pureza o bondad, y se complementan también con la música, que si bien usaba para “atormentar” a sus víctimas, también es una idea que comunica cierto tinte de ingenuidad y comedia. Agapito encaja en el arquetipo de “El Tonto”, “El Comediante” y un poco en el de “El Adversario”.
Finalmente, el símbolo de la cueva y un fantasma habitándola es también universalmente conocido por ser asociado con misterios, con el inconsciente, con lo desconocido, y ciertamente, con los tesoros ocultos. Un punto no mencionado en el texto, y que recuerdo me contó mi abuelo, es que supuestamente al entrar a la cueva se escuchaba una voz desafiante decir “todo o nada”; si uno se atrevía a entrar y no tomaba todo el tesoro, la entrada se cerraba, tragándolo a uno por la eternidad. Esta figura retórica también habla de que si uno quiere intentar algo debe lanzarse con total compromiso, o simplemente no hacerlo.
FUENTE
Esta leyenda fue recuperada de About Español y fue publicada por Luz Guerrero en Noviembre 01 de 2019, todo el crédito para para los medios mencionados.